Francisco Garrido

Futuro de pocos, financiado por muchos

Por: Francisco Garrido | Publicado: Martes 20 de noviembre de 2012 a las 05:00 hrs.
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Francisco Garrido

Por estos días de noviembre me encuentro en Europa presentando mi nuevo libro, dando clases de MBA y haciendo consultoría. Y es en todas estas dimensiones de mi trabajo he podido tomar el pulso a la dimensión de la llamada “crisis europea” en el mundo empresarial.



La primera sensación asentada en las visiones de altura (intelectual y moral) es que las razones de fondo y que han batido la confianza de las sociedades, siguen asestando golpes en la trastienda, de unos inversionistas que no se fían de los ajustes de cinturón e incomodidades de una clase política que no baja de la Business Class en sus vuelos, como de una sociedad que observa como los estadistas de siempre pregonan una baja en el crecimiento del PIB y de la calidad de vida, que al final del día se cobra de los proyectos de vida de los mismos de siempre (los que de verdad trabajan).

Es una sensación generalizada de desconfianza, pero no sólo de lo evidente (de las autoridades y “el sistema”, como les gusta gritar a los ignorantes de siempre), sino de lo más trascendente: el futuro.

¿Pero cómo ha sido posible esto?, ¿cómo es que en el estado de bienestar y en el modelo de estabilidad que se daba por sentado en Bruselas, surgiera el germen de una enfermedad tan corrosiva como lapidaria para las sociedades de todos los tiempos? 
El diagnóstico más acertado, en nuestra opinión, ha venido de la mano de una investigación propiciada por la Real Academia Española de Ciencias Económicas y Financieras (a la que me encuentro vinculado), desde donde hemos extractado una primera conclusión: los privilegios de pocos han sido financiados por muchos. Y esta sensación que se vive en las calles de Roma, París o en Barcelona y Madrid (por estas horas viviendo un paro general de actividades).

Por cierto que existe el intento de retrucar a esta lógica con la dilación retórica que hace pensar a los que tienen trabajo que son unos “privilegiados” (consuelo de muchos), no obstante se hayan ganado con esfuerzo su derecho a ejercer tanto sus trabajos como sus profesiones (la recompensa al esfuerzo no ha sido nunca un privilegio, sino un logro). Y es así como se configura una extraña mezcla de desconfianzas, presiones y cuentas sin fondos de respaldo, que socialmente dejará tranquilos a unos pocos europeos de toda la vida y a otros muchos pagando deudas y la baja del PIB, a lo menos hasta 2016.

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